Cuando se quiere obsequiar con un té elegante, se prepara la mesa del comedor con mantelería de té, adornada de bordados y encajes, mantelillo en el centro haciendo juego, y sobre él un centro de plata, porcelana o cristal con flores naturales. A los lados, esto es, a lo largo de la mesa, y compartiendo la distancia entre los extremos y centro, otros dos floreros altos y, a ser posible, haciendo, juego con el central, también con flores. Si no se ponen estos floreros pueden, distribuirse sobre el mantel algunas flores sueltas.
Para cada puesto se pone plato de postre, la servilletita sobre éste y encima de ella el platillo y taza. Al lado derecho se colocan en fila cucharilla y cubierto de postre, esto es, tenedor y cuchillo a propósito. También se pone copa grande para agua, pequeña para vino y otra para champagne, si se ha de servir.
Se distribuyen los emparedados, las tostadas, pastas y pasteles en fruteros bajos de porcelana, cristal o plata, cubiertos con fondos de plato bordados, y adornados, sin que resulte el conjunto muy recargado. El sobrante de pastas y fiambres se deja en otra mesita, cubierta con un bonito mantelillo, y sobre otra; o sobre el aparador, se tiene el juego de té, compuesto de tetera, azucarero y jarra para leche, reservando el trinchero para las piezas del servicio.
Se sirven primero los fiambres, colocando otro criado en seguida, al lado izquierdo del comensal un panecito de Viena, de los que llevará en una bonita cestilla de plata o mimbre, cubierta con un lindo pañito. El criado los irá distribuyendo, provisto de tenacillas o tenedor para cogerlos.
Luego se sirven las medias noches, emparedados y tartas; después el té, poniendo primero el azúcar en las tazas; luego el té, y después la leche, con la jarra; en seguida las pastas, tostadas, pasteles, dulces y bombones. Con los fiambres se sirve Jerez y champagne, y Málaga o moscatel con los dulces.
Los criados deben servir vestidos de negro con corbata blanca, y las doncellas de negro también, con delantal blanco de peto y cuellos y puños blancos, pudiendo llevar cofia de encaje. No hay inconveniente en que las señoras y señoritas de la casa hagan los honores.
Cuando los convidados son demasiados para sentarse, se les entrega a cada uno su servicio para que lo tome de pie. En este caso se colocan los criados detrás de la mesa y van sirviendo, desde allí, a todos los convidados lo que gusten.
Cuando el té es menos solemne se dispone en el salón el servicio sobre una bonita mesa y se les entrega a los invitados tazas y platillos, distribuyendo té, pastas y fiambres la señora o señoritas de la casa, acompañadas de las doncellas. Para tomarlo en la intimidad, ya es sabido que cada uno, en este caso, se sirve a satisfacción, siendo indiscutible que es cuando mejor sabe.