El té, como el chocolate, se sirve con pastas y bizcochos; además se le acompaña, según quiera dársele más o menos importancia, con emparedados, tartas, pasteles y golosinas de todas clases; mas para tomar el té como los buenos aficionados, deben rehusarse manjares muy azucarados, como almíbares y cremas, que no permiten apreciar bien su sabor, prefiriendo los emparedados y bizcochos secos, galletas y brioches, que lo hacen más agradable.
También suele acompañarse de pan con mantequilla, y siendo así, se preferirá pan del día, cortado en rebanaditas iguales, rectangulares, ovaladas o como más guste, sobre las cuales se extenderá la manteca, que ha de ser de superior calidad.
Cuando no se dispone, de emparedados, confeccionados con pastas especiales, pueden hacerse tomando pan de miga muy compacta; se le descorteza y corta en finísimas rebanaditas de igual tamaño y forma; se untan de mantequilla, colocando entre cada dos una lonja muy fina del fiambre que se quiera, tales como lengua a la escarlata, jamón en dulce, pechuga de pollo, anchoas en filetes o lo que más agrade.