Los árabes, cuando preparan té, acostumbran a poner en las teteras, calentadas de antemano, té verde, una cantidad de hojas y tallos de menta fresca y el azúcar. Después que le añaden el agua y reposa un poco, lo sirven.
Siempre debe prepararse esta bebida en el momento de tomarla, porque estando mucho tiempo las hojas del té en contacto con el agua comunica a ésta un desagradable y acre sabor, que suele ser excitante también.
Cuando no pueda hacerse en el momento preciso, se ponen las hojas en unas bolas o canutitos agujereados, provistos de una cadenita para poder retirarlo cuando se quiera. El té no debe estar menos de cinco minutos dentro del agua.
Las mejores teteras suelen ser unas de metal que la industria inglesa nos envía, o de barro cocido, que en esto ha preciosidades; mas nunca deben emplearse de imitación a plata ni doradas por dentro.
La tetera sólo debe, usarse para hacer el té, y es notorio que mientras más tiempo se tiene en este empleo, mejor es la bebida preparada en ella; pero si se ponen otras infusiones, tomará un sabor desagradable el té que en ella se haga.
Para hervir el agua del té puede emplearse cualquier clase de recipiente, siendo destinado a este uso tan solo, y que sea de hierro esmaltado. Al preparar el agua para hacer la bebida, debe ponerse fría, y cuando hierva a borbotones, se vierte sobre las hojas; pero no debe usarse agua cocida, ni la que se ponga hierva mucho tiempo, porque es desagradable.
Mientras el agua hierve se tiene la tetera a cierta distancia del fuego y llena de agua caliente para que vaya templándose; después se le tira el agua y se le echa una cucharadita de té por cada taza de líquido.
Suele tomarse con crema o nata y también con leche. Si se toma con leche, ésta será de vaca y cruda; mas si fuese preciso utilizar leche cocida se colará antes por un paño fino para quitarle telillas y coágulos, poniéndola bien caliente en la lechera.