Se mezclan en un plato una o varias yemas de huevo crudas con aceite, poniendo éste gota a gota y moviendo aquéllas con un tenedor, siempre para el mismo lado y sin parar. Cuando las yemas han aumentado de su volumen, hasta que parezca conveniente, se les pone un polvito de sal muy fina, unas gotas de limón y un poquito de vinagre, todo poco a poco y sin dejar de moverlo. Para que una bien la mayonesa, se separan las yemas de las claras, sin escurrirlas demasiado, y esta pequeña porción de clara que llevan adherida, dificulta que se corte.
Esta salsa puede colorearse, mezclándole, una vez terminada, el jugo de unas rodajas de remolacha, lo que la hace más vistosa y agradable.