Para tener siempre aceite en condiciones, como hemos dicho, se toma de esta grasa la cantidad que parezca, se pone en una sartén u perol de hierro directamente sobre el fuego, y cuando hierve se le agrega una cebolla partida en pedazos.
Así que la cebolla esté casi quemada se aparta el aceite de la lumbre y se apaga en él, dentro de la sartén, un hierro calentado al rojo; una vez fría la grasa, se coloca en la vasija donde haya de guardarse, pasándola antes a través de una servilleta mojada.