En esta categoría entran toda clase de frutas frescas y secas. Aunque es difícil dar la lista completa de unas y otras, anotamos las que recordamos de momento.
Entre las frutas frescas que, según nuestros sistemas de conservación, pueden comerse todo el año, figuran la sandía, melón, naranja, uva, fresa, frambuesa, pina, plátano, melocotón, manzana, albaricoque, pera, cereza, guinda, brevas, higos, moras, grosella, membrillo, azufaifas, acerolas, granadas, madroños, chirimoya, kakis, nueces, almendras y avellanas cuando están verdes, limas y limones dulces, ciruelas, etcétera.
Entre las frutas secas, que también pueden prepararse con arreglo a las fórmulas contenidas en este tratado, y que sería ocioso y molesto repetir, se cuentan, entre otras, los higos, ciruelas, orejones, dátiles y uvas pasadas o secadas al sol y en el horno, las castañas frescas, nueces, almendras, piñones y avellanas secas, cuyas frutas se sirven solas o mezcladas.
Las castañas suelen servirse glaseadas o cocidas y asadas, y las bellotas dulces, que se comen acompañadas de higos pasados y nueces, se sirven crudas o asadas, solas, siendo raro servir crudas las castañas, que, como decimos, resultan mejor tostadas.