Pueden también hacerse de albaricoques; ciruelas claudias, etc.
Se engrasa con manteca el fondo de una fuente que pueda ir al fuego, el cual se cubre con rebanadas de pan, lo más grandes que sea posible.
Hecho esto, se limpian, deshuesan y abren unos melocotones muy maduros, los que se ponen sobre el pan, con la parte del pellejo sobre él y el interior de la fruta, hacia arriba. En cada mitad del melocotón, se echa azúcar tamizada y un pedacito de manteca fresca.
En seguida se coloca la fuente a fuego lento, cubriéndola con una tapadera con ascuas; teniendo cuidado de poner más fuego arriba que abajo, renovando éste y espolvoreando los melocotones con azúcar de vez en cuando, por ser esta fruta muy ácida.
Cuando estén hechos, se sirven en la misma fuente, rociándolos con su jugo, y bien calientes.