En un plato se toma una porción de harina, a la cual se le hace un hoyo en el centro. Allí se le pone un huevo fresco partido, sal fina y pimienta negra molida, para sazonarlo. Hecho esto, se le agrega una cucharada de cualquier bebida espirituosa, como aguardiente, ron, coñac, o sencillamente, vinagre de buena calidad, si no hay otra cosa a mano.
Todo esto se revuelve bien, sin dejar de batir con un tenedor, y se va aclarando con leche aguada o agua sola, hasta que adquiera la consistencia deseada, y siempre moviéndolo, para que esté perfectamente incorporado.
Cuando esté terminada se deja reposar hasta el momento de necesitarla, y cuando vaya a emplearse, si se desea que el frito suba más aún, se le incorpora la mitad de la clara de un huevo, batida a punto de nieve; pero este frito, que tanto sube, suele impregnarse demasiado de grasa.
Las cantidades anotadas son proporcionadas a media libra de harina, aproximadamente.