Para una libra de manteca, una de azúcar y otra de almendras tostadas, con una pulgarada, además, de carbonato amoníaco. Este carbonato no puede molerse en ningún almirez, porque el metal lo altera y pone verde: debe molerse solamente en mortero de mármol.
Se trabaja todo muy bien, añadiéndole, poco a poco, de dos libras a dos y media de harina tostada, y cuando la pasta está en punto, se hacen los mantecados, cociéndolos en el horno.