La liebre, que tiene la carne un poco basta y oscura, proporciona excelentes platos, entre otros la delicadísima pasta de liebre trufada, pasteles, pastelillos, cajetines, etc., y con sus carnes, además de viandas exquisitas, se confeccionan suculentos y apetitosos arroces.
Nunca deben comprarse viejas, y aunque son sospechosas las de gran tamaño, también las hay viejas pequeñitas; así que, para asegurarse de su edad, puede tocársele la primera articulación de las patas delanteras, como hemos indicado en el conejo.