Se pone en una cacerola un poco de manteca, pan rallado, perejil, ajo y cebolla muy picados con cuatro yemas de huevo duro.
Se estrellan encima unos cuantos huevos, que se espolvorean de sal y pimienta. Puestos en el rescoldo, con poco fuego sobre la tapadera, se dejan así por espacio de veinte o treinta minutos, para servirlos cuando estén cuajados.