Se fríen gruesos filetes de solomillo, que se colocan sobre unos picatostes del mismo tamaño y forma que los filetes y fritos como éstos.
Se les pone encima un picadillo de champiñones, se hace una salsa con mantequilla, en donde se haya dorado media cucharada de harina; se le añade una jícara de caldo, se deja cocer, con unas trufas picadas, por espacio de cinco o seis minutos, y se vierte sobre los filetes.