Se escogen dos o más libras de ciruelas, que se ponen a cocer un poco en una cacerola con agua, para que se ablanden. Cuando estén se sacan y echan en un baño con agua fría.
Se clarifican luego cinco o seis libras de azúcar, según la cantidad de ciruelas que haya; se deja hervir un poco y apartándolo luego, se vierte, así que esté templado, sobre las ciruelas. Esta operación se repite por cuatro veces con intervalos de cuatro horas, esto es escurriéndolas del almíbar, calentando éste y volviéndolo a verter sobre la fruta. Cuando estén bastante cubiertas se escurren y ponen a secar.
Del mismo modo se hace con las peras, melocotones, etc.