Con motivo de la guerra mundial; todos los países se preocuparon de preparar los alimentos, especialmente legumbres y frutas, de modo que pudieran conservarse perfectamente, ya para el transporte de las mismas o bien para aumentar los elementos de alimentación en aquellos calamitosos tiempos de escasez y carestía.
El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, estudiando el asunto con minuciosa atención, hizo grandes adelantos en este sentido, especialmente en lo referente a la preparación casera de dichos productos, para que en todas partes, y aprovechando las épocas más favorables, tuviesen las familias más ventajas en la economía doméstica, preparándose ellas mismas las conservas y ahorrándose también la mano de obra, que resultaba cara y escasa.
Varios métodos se aplicaron entonces, con positivos resultados; unos que consistían en aparatos más o menos complicados, esto es aparatos especiales, construidos para ser manejados al aire libre, con chimenea, tanques de esterilización, bandejas movibles, con su juego de herramientas apropiadas, y algunos hasta los instrumentos necesarios para soldar botes de hoja de lata. Otros, se componían de lo más elemental, y que se improvisaba en casa con calderas, cacerolas y demás utensilios que se emplean en la cocina. Aquéllos, por la perfección de su mecanismo y el hogar que llevaban adherido, podían trabajar a mayor presión y facilitar la preparación de los productos por su mayor perfeccionamiento; y los otros, eficaces también, eran preferidos en las familias, por no necesitar hacer ningún desembolso que elevara el coste de la preparación, y podía improvisarse en cualquier momento.