Cuando esta fruta abunda, pueden irse guardando las cortezas, y confitadas luego, obtener una conserva que sirva para compota.
Deben cortarse las cortezas en cuarterones; se pican y ponen a cocer, con mucha agua, en una cacerola tapada, hasta que estén tiernas; se escurren y ponen en agua durante doce horas. Escurridas de nuevo se colocan en una cazuela, cubiertas con jarabe a diez grados; se tapan con papel y se tienen expuestas al fresco otras doce horas.
Pasado este tiempo, se echa en el perol el jarabe empleado, se le agrega un poco de azúcar y se le dan dos hervores. Se repite la operación durante seis o siete veces, aumentando en cada una dos grados el jarabe, haciéndolo una vez cada día o dejando transcurrir dos días entre una y otra vuelta, al final de éstas.