Se colocan las ciruelas en enrejados, que se meten en el horno a temperatura suave, durante un día.
Se dejan enfriar, y al día siguiente vuelve a hacerse la misma operación, teniendo cuidado de no quemarlas. Si estas dos veces no es bastante, se les entra otra, hasta que queden ni muy blandas ni muy duras; se dejan enfriar, y se envasan en cajas, colocándolas en sitio seco.
Hay otro sistema, que se llama “Ciruelas empapeladas”. Éste consiste en envolverlas en tiras largas de papel, poniendo de trecho en trecho una ciruela y atando un hilo entre una y otra; después, bien envueltas en los papeles, y así que están formando gajos largos, se cuelgan del techo, y ellas solas se secan.
Los higos no se secan nunca en horno ni estufa, sino que se exponen en esteras o cañizos, durante el día, al sol fuerte, recogiéndolos o cubriéndolos con tablas durante la noche. De día se le ponen encima telas metálicas o gasas, para defenderlos de las moscas.
Cuando están pasados, se espolvorean con harina y azúcar mezcladas y se planchan, antes de espolvorearlos, para después envasarlos por capas, bien apretados, evitando así que penetre el aire.