Para seis onzas de azúcar, otras seis de manteca de Flandes de buena calidad, cinco yemas de huevo, media jícara de chocolate o café, las dos cosas cocidas con leche; media libra de bizcochos tiernos de plantilla y unas almendras tostadas en el horno y machacadas.
Se baten las yemas con el azúcar y la manteca, que estará bien lavada; se incorpora bien, batiendo siempre, hasta que se forme una pasta fina.
A un molde o cacerola se le cubre completamente con bizcochos su interior, que no quede nada sin cubrir. Se echa sobre el fondo de bizcochos una capa de pasta, otra de bizcochos, y así hasta llenar el molde, terminando por capa de bizcochos.
Se prensa luego, poniéndole una tapadera; o fondo de cacerola, un poquito más pequeño que el molde, para que entre un poco en éste. Hecho esto, se vuelca en un bonito plato, bañándolo por todos sus lados con la pasta y salpicándolo con las almendras tostadas y molidas.
Si se quiere después variar de plato, puede hacerse con facilidad, levantándole con ayuda de dos cuchillos.