Se trabajan diez y seis yemas de huevo en una cazuela con una libra de azúcar. Cuando está bien batido se le añade litro y medio de leche, que haya sido cocida antes con dos barras de vainilla.
Se pone al fuego esta especie de crema, moviéndola siempre para un lado, apartándola cuando va espesándose en el momento en que vaya a hervir; pero no debe cocer; esto se echa entonces en un plato hondo o fuente, dejándolo que se enfríe un poco.
Se baten seis claras de huevo y aparte se bate también un cuartillo de nata de leche y se va mezclando todo poco a poco con la crema que se puso a enfriar. Para esto se mezcla primero la nata y las claras después.
Se untan unos moldes, que hay acanalados, altos y con un cilindro en el centro, con aceite de oliva frito o con aceite de almendras dulces, y estos moldes engrasados, se llenan con la mezcla o pasta y se dejan en sitio fresco o sobre hielo para que vayan cuajándose.