En todas partes se asa; pero es algo raro saborear un asado perfecto, siendo este modo de preparar las carnes una de las mejores maneras de aprovechar los jugos de ellas.
Desde lo más elemental, que es el asado sobre brasas, que se hace en las casas modestas, preparando las sardinas, bogas, etc., hasta el asador mecánico con aparato de relojería, que permite a la vianda voltearse sola, hay variedad de artefactos para dicho objeto.
Entre otros, figuran la parrilla de alambres o acanalada, con cacillo para recoger los jugos; el asador o tridente de hierro para ensartar la pieza, o sencillamente una varita que se sostiene sobre dos puntos de apoyo mientras se asa el manjar. Además, se asa bastante en la placa de la cocina, en el horno y en cacerola, de cuyo procedimiento se abusa.
El aparato mejor para asar es, indiscutiblemente, el asador, sea o no mecánico; pero lo que debe tenerse siempre en cuenta, al hacer esta operación, es que al principio esté expuesta la carne a fuego muy vivo, para que, cerrándose los poros con presteza, impidan que se le escape el jugo, conservando, cuando se hace debidamente, todas sus propiedades alimenticias.
Los asados en parrillas son, a veces, indispensables; pero en ocasiones ofrecen bastantes dificultades, siendo tan sencillos en la apariencia.