Se limpian y escaldan en agua hirviendo, por espacio de unos minutos; se retiran, escurren y se colocan de nuevo en agua con sal, hirviendo, cociéndolas casi del todo, pero que queden un poquito tiesas.
Cuando estén, se escurren otra vez y se saltean en una cacerola con manteca y perejil, poniéndolas en los frascos cubiertas con su salsa, así que estén frías; se cuecen, al baño maría en la misma forma que las otras conservas, pero hirviendo sólo cinco minutos.