Se les cortan los rabos, las puntas de las hojas y se les quitan las de encima, que son las más duras.
Se tiene hecha una mezcla con sal, pimienta en polvo y perejil picado con ajo. Todo esto se revuelve en pan rallado para echarlo entre las hojas de las alcachofas, ahuecándoselas antes un poco.
Se colocan luego, muy apretaditas, en una cazuela, se les pica encima cebolla, se les echa laurel y orégano y se les rocía con aceite. Se ponen a fuego suave por una hora, o más si es preciso; se tapa la cazuela con un papel y un plato encima, y dándoles vueltas dos o tres veces mientras se hacen, se sirven en una fuente cuando estén en punto.