Conviene desplumar estos pajaritos en el momento de guisarlos.
Para cada docena de ellos, se toma media libra de tocino magro de pecho, se descorteza y corta en finas rebanadas, que se ponen un momento en agua hirviendo y se dejan luego secar. Cuando están secas las rebanadas se doran en un poco de mantequilla y se ponen a escurrir.
Entre tanto se limpian, despluman y vacían los zorzales; se machaca en el mortero por cada ave una baya de enebro; por tanto, para cada docena de pájaros se machacan doce bayas. Cuando están machacadas se mezclan con un poco de mantequilla, y una bolita formada con esta mezcla se introduce en el interior de cada zorzal, dorando después las aves en la grasa en que se hubo frito el tocino, teniendo cuidado de sazonarlos de sal y pimienta.
Se limpian, lavándolos en dos aguas, media libra de champiñones, y secándolos después con un paño se cortan en pedacitos cuadrados. Se saltean, a fuego vivo, con aceite y mantequilla, cebolla muy picada y ajo machacado, agregando el tocino que se doró primeramente.
Todo esto se rehoga y mezcla bien, vertiéndolo sobre los pájaros, que estarán en otra cacerola; se mueve entonces para que quede bien repartido entre las aves, se les añade una copita de vino blanco y una cucharada de aguardiente, sin anisar.
Entonces se tapa bien la cazuela y se mete en el horno o se tiene entre dos fuegos por espacio de unos quince o veinte minutos.
Después se cortan unas rebanadas de pan que sean iguales, y un momento antes de servir las aves, se tuestan y untan de mantequilla fresca, se adorna la cacerola o fuente donde estén los pájaros con ellas, y pueden servirse.