Se baten mucho nueve yemas de huevo, en unión de una clara, hasta formar una mezcla muy espesa, agregándole luego una cucharadita de harina. Se remueve bien, poniéndolo después en un molde ligeramente engrasado con mantequilla para cocerlo al baño maría y terminándolo en el horno.
Cuando está cocido se vuelca el molde, y así que esté frío se corta en cuadraditos a los que se da un hervor en un almíbar flojo; se escurren y bañan de nuevo en otro almíbar fuerte, picándolos con un alfiler, y al sacarlos del segundo baño se escurren en una rejilla, sirviéndolos fríos.