Se hace una pasta bastante firme y de consistencia, batiendo mucho dos claras de huevo con un kilo de azúcar tamizado, añadiéndole, poco a poco, agua de flor de naranja y un poco de carmín en polvo.
Cuando está bien trabajado todo, se rueda sobre la mesa empolvada de azúcar; se cortan como pastillas del tamaño de avellanas, y se ponen en latas, sobre hojas de papel, a distancia conveniente para que no se junten, y se meten en el horno para que levanten.
En esta misma forma pueden hacerse de otros perfumes y colores, tales como anís, canela, azafrán, violetas, de flor de naranja, de esencia de limón, etc.