Teniendo preparado un buen glaseado, se reduce a fuego vivo un cuartillo de éste, al cual se van añadiendo poco a poco dos o tres cacillos de un buen caldo del cocido, moviéndolo sin cesar hasta que se reduce el todo a una tercera parte de su volumen aproximadamente.
También, aparte, se reduce a un tercio de su volumen otro cuartillo de buena crema, y cuando las dos sustancias están reducidas al punto deseado, se mezclan, removiéndolas bien para formar una salsa espesa, que se oprime y pasa por colador claro para tenerla al baño maría hasta el momento de emplearla, si no está terminada la vianda con que se haya del usar.