Si se trata de pimientos grandes, colorados y dulces, se abren por la mitad, quitándoles semillas y rabos, poniéndolos en tablas y espolvoreados de sal al sol por unos días, hasta que estén secos; se guardan en ollas en sitio que no tenga humedad.
Si los pimientos son más pequeños, se guardan como las guindillas y tanto unos como otros, se enristran atándolos escalonados en una cuerda larga, se tienen de día al sol, si es posible, entrándolos de noche o si hay humedad.
Si no hay sol, basta con tenerlos colgados en casa y en sitio ventilado. Estos pimientos, para gastarlos en la matanza, hay que lavarlos, y limpios de polvo, rabos y semillas, se tienen en agua por veinticuatro horas o se les da un hervor, con agua también, antes de pasarlos por la máquina.