Se limpian y cuecen primeramente en un puchero con agua, sal, laurel, una cabeza de ajos entera, pimienta negra y perejil. Cuando están blandas, sin deshacerse, se sacan del puchero, y escurridas, se fríen en una sartén con aceite.
Luego que están fritas se colocan en una fuente honda o ensaladera, vertiéndoles por, encima el caldo de cocerlas, colado.
Poniéndoles luego vinagre y azafrán molido; se dejan penetrar del sabor de la salsa hasta el día siguiente, que se sirven frías, pudiendo conservarse así por espacio de cuatro o cinco días, según la estación, pero suelen comerse a las veinticuatro horas. <