Se pesan unos cuantos huevos, según la cantidad que quiera hacerse, poniendo la tercera parte de su peso de queso rallado, y la sexta parte del peso de los huevos, de manteca.
Se baten los huevos, se les añade la manteca, el queso rallado, y se pone la cacerola a buen fuego, moviendo constantemente la mezcla para que espese, sazonándolo de sal fina.
Así que haya espesado lo suficiente, se cuece como un flan, en molde engrasado, al baño maría o al horno.