Se toman media docena de peras, otras tantas manzanas e igual cantidad de albaricoques y melocotones. Estas frutas, todas sanas y maduras, sin estar pasadas, se mondan. Despojadas de huesos, simientes, y corazones, se cortan en pedazos pequeños, que se colocan en una fuente de porcelana, con simetría y por capas alternadas, cada una de las diferentes frutas, con otra de azúcar molida.
Cuando se hayan tenido así unas ocho horas, se coloca esta mezcla en un perol a fuego lento, dejándolo cocer hasta conseguir una pasta de mediana consistencia, y cuando esté aún hirviendo, se pasa por un colador, vertiéndola en tarros de cristal, para cubrirlos y guardarlos en sitio fresco cuando la mermelada esté fría.
Si no se va a guardar, se sirve sola, en compotera de cristal, o se emplea, entre otras cosas, para hacer tartas heladas.