En una mesa limpia se amontona un kilo de harina; se hace en el centro del montón un hueco, donde se ponen seis yemas de huevo, veinte gramos de sal, cien gramos de manteca y una cantidad de agua suficiente para poder amasarlo.
Se trabaja bien todo, hasta que resulte una pasta suave y manejable, añadiendo más agua, si la precisa, y dejando la pasta más o menos dura, para hacer de ella las tortas.