Se pone en remojo por espacio de tres días, cuidando de cambiarle el agua con frecuencia.
Al cabo de este tiempo se cuece con buen vino blanco, romero, hierbabuena y otras hierbas aromáticas que agraden.
Cuando está cocido y se ha embebido el vino se deshuesa y coloca en una cacerola, de modo que quede muy apretado, para que tome buena forma, y se le pone encima mucho peso para prensarle.
A los dos días se le saca de la prensa, se le echa una capa de azúcar molida sobre él, y se le pasa una plancha ardiendo para que forme costra.