Se cuecen, pelan y parten por la mitad, a lo largo, media docena de huevos. Hecho esto se redondean por la parte de la punta gruesa, para que al recortarlos quedan formadas una especie de cajitas ovaladas que por todos sus lados tengan igual espesor las paredes.
Se hace un picadillo muy fino de pechuga de ave y lengua a la escarlata, que se mezcla con las yemas desmenuzadas a través de un colador. Esta mezcla se une con unas cucharadas de salsa bechamel, rellenando los huevos, colmados, con esta mezcla, y redondeándoles el relleno se colocan todos sobre una fuente que resista al fuego, engrasada con mantequilla.
Se tiene hecha una bechamel, a la cual se le pone un poco de queso de Gruyere rallado; se coloca un momento al fuego, para que el queso se deshaga, y al apartarla de la lumbre se le echa un poquito de mantequilla.
Esta salsa, extendida por igual sobre los huevos rellenos, se espolvorea con ralladuras de queso y pan y se rocía con mantequilla derretida, metiendo la fuente en el horno, fuerte, para que rápidamente se forme el gratín.