Hay muchos medios para conservarlos en las épocas de abundancia para las de escasez.
Uno de los más sencillos consiste en lavarlos muy bien y meterlos en ollas cubiertos de aceite. Esta grasa puede luego usarse como se quiera.
También se sumergen en una disolución de goma arábiga y cubiertos después con polvo de carbón, metiéndolos en cajas con la punta más afilada hacia abajo.
Se conservan también entre arena fina, salvado, serrín de madera y sal. En este caso no se les da la disolución de goma, preparándose más pronto, aunque duren menos. Hay que advertir que de estos últimos medios el peor es empleando salvado, porque puede picarse y criar bichos.