Se hacen con jamón añejo, que no esté muy salado, o si se prefiere, con jamón en dulce. Se parten lonjas tan finísimas que sean casi transparentes. Estas lonjas, que estarán limpias de tocino, se colocan entre dos rebanaditas, untadas de mantequilla, y se sirven en una fuente sobre una bonita servilleta.
Se les pone, si gusta, entre la mantequilla una chispa de mostaza inglesa.
Los más finos emparedados de queso se hacen con queso de Chester o de Gruyere, cortados en filetes finísimos como una hoja de papel, y se procede como en los de jamón, esto es, puestas las lonjas o filetes entre dos rebanaditas enmantequilladas.