Los intestinos mayores del cerdo se lavan y limpian bien, teniéndolos luego en remojo, por espacio de veinticuatro horas, en agua fría.
Al día siguiente se escurren y dejan secar; después se cortan a lo largo; se corta, a lo largo también, un poco de carne del cerdo; se hace pedacitos pequeños un poco de manteca en rama; se le añaden hierbas finas, sal y pimienta en polvo; revolviéndolo bien, se rellena con esta mezcla otro intestino de cerdo, de un grueso regular, bien lavado y limpio también.
Hecho esto, se ata por los lados y se ponen en una salmuera; se sacan luego de ella y se curan al humo.