Todos los dulces de almíbar resultan más finos cuando este líquido queda poco espeso; pero también, cuando los almíbares son demasiado claros, se conservan menos tiempo en buen estado.
Para la mejor conservación de las orzas o tarros de dulce, debe seguirse el sencillo procedimiento que a continuación recomendamos:
Nunca deben, taparse los tarros completamente hasta que hayan pasado cuatro o seis días de la terminación del dulce, y mientras éste contenga la menor partícula de calor, no debe taparse, ni poco, ni mucho, ni nada.
Para tapar las vasijas, se corta un redondel de papel blanco, del tamaño aproximado de la superficie del dulce. Hecho esto, se empapa bien en aguardiente dicho redondel de papel, y se coloca dentro del tarro; sobre el dulce, de modo que esté pegando al almíbar, y cubriéndolo en lo posible, como una capa protectora.
Una vez preparado de este modo, se tapa la boca del tarro con un pergamino o con un papel blanco doble, atándolo bien con una cuerda, de modo que el cierre quede lo más hermético que pueda conseguirse.
Cuando empieza a estropearse un dulce, se conoce en que cría un poco de espuma, y la fermentación producida en él exhala un característico olor a alcohol. Otras veces cría unas partículas blancas, como de moho; pero de cualquier manera, es fácil arreglarlo y purificarlo sin más que hervirlo y espumarlo de nuevo con algo de agua, si la necesita.
Para conservar por algún tiempo, sin que se estropeen, dulces secos o pastas, tales como galletas, bizcochos y otros, se envuelven en papeles blancos y se guardan en cajas de cartón o lata, que se tapan perfectamente.