Pueden conservarse frescos por seis u ocho días, cuando más, si aprieta el calor, poniéndoles hierbas aromáticas y envolviéndolos después en una servilleta, que se entierra entre arena o ceniza.
También, si no se quieren poner así, pueden meterse en una orza con las mismas hierbas, tales como tomillo, romero, laurel; mejorana, orégano, etc. Entonces, bien tapadas las ollas, se entierran entre arena en sitio muy fresco.
Las aves, después de vaciadas y limpias, sin quitarles piel ni pluma, se rellenan de cualquier grano, como trigo, cebada, vena, etc., y enterrándolas en un montón de estos mismos granos.