Se pelan y cuecen las castañas en agua con cáscara de limón y un poquito de salvado; estando cocidas, se les despoja de la segunda piel, poniéndolas entonces en agua fría con el zumo de un limón.
Se tiene hecho un almíbar, a punto de hebra; se ponen en él las castañas; se les da un hervor, y se apartan, dejándolas en el almíbar por espacio de cuatro o seis horas; se sacan luego y escurren, volviendo a poner el almíbar al fuego, para que se reduzca algo, añadiéndole un poco de agua de azahar.
Hecho esto, se vuelven a hervir las castañas en el almíbar, dejándolas enfriar antes de servirlas.