Se baten cinco yemas de huevo con seis cucharadas de azúcar. Aparte se baten las claras, a punto de nieve, y se reúne todo en un baño al calor de la boca del horno o al lado del fuego.
Se le van echando cinco cucharadas de harina, de cualquier clase, y se coloca esta masa dentro de un molde engrasado con manteca de Flandes. Se mete en el horno y se le prueba con la aguja larga, para ver si está cocido.
Al sacarle, se espolvorea de azúcar molida.