Se cortan del mejor solomillo unos trozos no muy grandes, y de un grueso de cinco a seis centímetros aproximadamente; se les golpea un poco por los dos lados, perfilándoles el contorno y redondeándolos con un cuchillo.
Después se concluye esta operación asándolos en la parrilla, como se hace de ordinario con los beefteaks, teniendo en cuenta, para el tiempo que han de estar, el exagerado espesor de la carne.