Para una libra de manteca, una jícara de vino blanco, el jugo de un limón o de una naranja, un poco de canela molida, una jícara de aguardiente, y harina de Castilla, lo suficiente para que quede la masa un poquito más blanda que para los mantecados manchegos.
Cuando está todo bien trabajado y muy unido se cuecen en el horno, con el pan; al sacarlos se empolvan con azúcar muy finamente molido.