Se toma una docena de huevos, separando las yemas de las claras. Se baten las claras a punto de merengue, poniéndole tres cuarterones de azúcar cernido; así que esté muy mezclado se une a las yemas, que también se habrán batido.
Estando bien unidas se les pone cuartillo y medio de aceite, que se tendrá frito y frío, echándolo poco a poco y mezclándolo bien, apartando un poquito para ir despegando la masa del baño. Entonces se va echando harina, hasta que puedan formarse las roscas, quedando la masa blandita.
Hechas las roscas se cuecen en el horno, dejándolas tomar poco color.