Para seis huevos se fríe una taza de aceite con un poco de cáscara de naranja o limón, se aparta y deja enfriar cuando esté frito.
Los huevos se baten bien, poniendo en ellos el aceite así que esté bien frío; se sigue batiendo, se le echa luego una copa pequeñita de aguardiente y, volviendo a batirlo, se le pone azúcar, al paladar. Se sigue batiendo siempre y se le añade harina de Castilla, sin dejarlo de batir.
Cuando ya no es posible batirlo con el tenedor se pone en un barreño, amasándolo y espolvoreándolo de harina, hasta quedar una masa bien trabajada y que no esté ni blanda ni dura. Entonces se extiende con el rodillo hasta dejarla del grueso de medio dedo, aproximadamente.
Esta masa se corta en tiras de dos dedos de anchas, las cuales se envuelven en canutos de caña, que se fríen en abundante aceite bien caliente. Al sacarlos de la sartén se espolvorean de azúcar, pudiendo también mojarlos en un almíbar hecho con agua y miel.