Escogidos éstos de regular tamaño y muy sanos, se limpian con un paño y arreglan en una olla de barro, sin vidriar.
Al colocar los pimientos se ponen, distribuidos convenientemente, dos guindillas por cada docena de ellos, cuatro dientes de ajo y dos docenas de granos de pimienta.
Cuando los pimientos están apretaditos y bien colocados, se pone sobre ellos un pedazo de corcho, con peso encima para que no naden, y se les echa por un costado de la olla el vinagre, que ha de ser de buena calidad.