Primeramente hay que preparar una salsa, que se compone de medio kilo de carne y un cuarto de kilo de jamón crudo, cortadas ambas cosas en menudos pedazos; medio kilo de tomates cortados menudamente, una cebolla partida a rebanadas, un poco de perejil picado, una hoja de laurel y dos cucharadas de aceite.
Todo esto reunido se coloca en una sartén proporcionada y se tiene cociendo a fuego suave, por espacio de hora y media o dos horas. Entonces se le ponen dos vasos de agua hirviendo, dejándolo cocer de nuevo, hasta convertirse en una mezcla espesa, en la cual no se distingan los componentes. En este estado, la salsa se aparta, mientras se preparan los famosos macarrones a la Ristori.
Para que resulte bien este plato es mejor elegir una clase fina de macarrones, que los italianos llaman macarroncellos.
En una sartén, con mucha agua hirviendo, con la sal que precise para estar bien sazonada, se cuecen los macarrones, a fuego vivo, con cuidado de que no se dividan mucho y que estén bien tiernos, sin que resulte una mezcla pastosa y desagradable a la vista.
Así que estén cocidos se escurren por un colador y se colocan, por capas, en el plato donde hayan de servirse, rodándolos en abundancia con la salsa preparada y bastante ralladura de queso de Parma, hasta llenar el plato o fuente, se deja reposar un poco, para que se penetren del sabor del queso y salsa, sirviéndolos luego.