El cocido o puchero, que es el manjar, más clásico y usual en la cocina española, es también base para muchos condimentos donde se emplea su caldo.
En la mayoría de las casas españolas constituye el alimento diario, y aunque suele componerse en todas partes de ingredientes parecidos, varía algo de unas regiones a otras.
Cuando está bien hecho resulta agradable, y tiene la ventaja de que él solo constituye varios platos.
Con su caldo se hacen sabrosas y variadas sopas.
Después, los garbanzos, cuando son finos y están en punto y sazón, resultan agradables sirviéndolos solos, bien escurridos, en una fuente, acompañados de algún aperitivo en la salsera, como por ejemplo, la salsa de tomates, o de otros aderezos, como rabanetas, aceitunas, pepinillos, pimientos, etc.
También se sirven rodeados de las carnes y tocino, cortados, en filetes, los embutidos en ruedecitas, colocados alrededor como guarnición, y aparte la verdura.
Otras veces se colocan en una fuente larga puestos a un lado y en el otro, a lo largo también, la verdura cocida y aderezada con aceite y vinagre solamente y sin caldo alguno. Pero cuándo la verdura se sirve con ellos en fuente aparte puede condimentarse del modo que se quiera.
Además, cuando se sirven sin las carnes, éstas se mandan después a la mesa, trinchadas, constituyendo otro plato distinto, o, si se prefiere, con la carne del cocido puede hacerse otro manjar diferente, condimentándolo del modo que más agrade, como indicamos en el artículo “Sobras”.
También puede ponerse todas las carnes que entran en la composición de un cocido solas o con algunos garbanzos sobrantes, friéndolas hechas pedacitos, en aceite con bastante cebolla.
Y para no alargar excesivamente este artículo entraremos en materia, dando varias fórmulas para el condimento del tradicional cocido en varias regiones de España.