Se preparan y limpian bien, sazonándolas de sal, pimienta y ajos. Colocadas luego en un plato, se cubren de vino blanco, teniéndolas en este adobo diez o doce horas.
Pasado este tiempo, se escurren y envuelven en huevo batido, cubriéndolas con ajo muy picado y pan rallado. Después se fríen en manteca al tiempo de servirlas y se adornan de perejil frito.