CANTO II*
Sueño- Beocia o catálogo de las naves
* Para cumplir to prometido a Tetis, Zeus envía un engadoso sueño
a Agamenón, y le aconseja que
levante el campamento y regrese a casa; Agamenón convoca el consejo de
los jefes y luego la asamblea
general de todos los guerreros, que aceptan la propuesta, por lo que Agamenón
(bajo la incitación de
Atenea) debe intervenir para insuflar coraje y buenas esperanzas a los aqueos.
Después de varios
incidentes y de enumerar cuantos pueblos formaban los ejércitos griego
y troyano, sucédense tres grandes
batallas.
1 Las demás deidades y los hombres que en carros combaten, durmieron
toda la noche;
pero Zeus no probó las dulzuras del sueño, porque su mente buscaba
el medio de honrar a
Aquiles y causar gran matanza junto a las naves aqueas. Al fin creyó
que lo mejor sería
enviar un pernicioso sueño al Atrida Agamenón; y, hablándole,
pronunció estas aladas
palabras:
8 -Anda, ve, pernicioso Sueño, encamínate a las veleras naves
aqueas, introdúcete en la
tienda de Agamenón Atrida, y dile cuidadosamente lo que voy a encargarte.
Ordénale que
arme a los melenudos aqueos y saque toda la hueste: ahora podría tomar
a Troya, la
ciudad de anchas calles, pues los inmortales que poseen olímpicos palacios
ya no están
discordes, por haberlos persuadido Hera con sus ruegos, y una serie de infortunios
amenaza a los troyanos.
16 Así dijo. Partió el Sueño al oír el mandato,
llegó en un instante a las veleras naves
aqueas, y, hallando dormido en su tienda al Atrida Agamenón -alrededor
del héroe había-
se difundido el sueño inmortal-, púsose sobre su cabeza, y tomó
la figura de Néstor, hijo
de Neleo, que era el anciano a quien aquél más honraba. Así
transfigurado, dijo el divino
Sueño:
23 -¿Duer mes, hijo del belicoso Atreo, domador de caballos? No debe
dormir toda la
noche el príncipe a quien se han confiado los guerreros y a cuyo cargo
se hallan tantas
cosas. Ahora atiéndeme en seguida, pues vengo como mensajero de Zeus;
el cual, aun
estando lejos, se interesa mucho por ti y te compadece. Armar te ordena a los
melenudos
aqueos y sacar toda la hueste: ahora podrías tomar Troya, la ciudad de
anchas calles, pues
los inmortales que poseen olímpicos palacios ya no están discordes,
por haberlos
persuadido Hera con sus ruegos, y una serie de infortunios amenaza a los troyanos
por la
voluntad de Zeus. Graba mis palabras en tu memoria, para que no las olvides
cuando el
dulce sueño to desampare.
35 Así habiendo hablado, se fue y dejó a Agamenón revolviendo
en su ánimo lo que nó
debía cumplirse. Figurábase que iba a tomar la ciudad de Troya
aquel mismo día.
¡Insensato! No sabía lo que tramaba Zeus, quien había de
causar nuevos males y llanto a
los troyanos y a los dánaos por medio de terribles peleas. Cuando despertó,
la voz divina
resonaba aún en torno suyo. Incorporóse, y, habiéndose
sentado, vistió la túnica fina,
hermosa, nueva; se echó el gran manto, calzó sus nítidos
pies con bellas sandalias y colgó
del hombro la espada guarnecida con clavazón de plata. Tomó el
imperecedero cetro de
su padre y se encaminó hacia las naves de los aqueos, de broncíneas
corazas.
48 Subía la diosa Aurora al vasto Olimpo para anunciar el día
a Zeus y a los demás
inmortales, cuando Agamenón ordenó que los heraldos de voz sonora
convocaran al
ágora a los melenudos aqueos. Convocáronlos aquéllos, y
éstos se reunieron en seguida.
53 Pero celebróse antes un consejo de magnánimos próceres
junto a la nave del rey
Néstor, natural de Pilos. Agamenón los llamó para hacerles
una discreta consulta:
56-¡Oíd, amigos! Dormía durante la noche inmortal, cuando
se me acercó un Sueño
divino muy semejante al ilustre Néstor en la forma, estatura y natural.
Púsose sobre mi
cabeza y profirió estas palabras: «¿Duermes, hijo del belicoso
Atreo, domador de
caballos? No debe dormir toda la noche el príncipe a quien se han confiado
los guerreros
y a cuyo cargo se hallan tantas cosas. Ahora atiéndeme en seguida, pues
vengo como
mensajero de Zeus; el cual, aun estando lejos, se interesa mucho por ti y te
compadece.
Armar te ordena a los melenudos aqueos y sacar toda la hueste: ahora podrías
tomar
Troya, la ciudad de anchas calles, pues los inmortales que poseen olímpicos
palacios ya
