Teatro y cine - El tema es lo que da categoría al teatro
Toda la grandeza del teatro surge incontenida de su temática. La
creación del tema y la
obsesión del tema. En las mejores épocas se crean temas; la obsesión es de decadencia. Los
momentos más viriles de la humanidad son enunciadores de temas. En la Orestiada, Esquilo
hacía sentir a todo un pueblo la responsabilidad penal del Areópago. En las épocas en que se
mira hacia arriba, los derechos del ciudadano están contenidos en el tema: Electra de Sofocles,
Fuente Ovejuna de Lope de Vega, Hamlet de Shakespeare, El Alcalde de Zalamea de
Calderón de la Barca, Tartufo de Moliére. Con muy buenas razones dice Aristóteles:
Antiguamente los poetas hacían hablar a sus personajes como ciudadanos, pero hoy se les
hace hablar como retóricos."
Un hombre que ha estudiado la potencialidad dramática del Derecho, Niceto Alcalá Zamora,
nos ha hecho ver el formidable alegato en pro de la justicia privada que constituye todo el
teatro clásico. Por los temas el teatro tiene su grandeza, y por el tema su función social
adquiere proyecciones de alta disciplina. Los problemas más profundos sobre la vida de la
mujer que plantea nuestra época, surgirían, sin duda, de un choque de personajes de
Strinberg, Ibsen y Bernard Shaw. Y si quisiéramos hacer un paralelo entre el concepto del
hombre griego y el de la época isabelina deberíamos hablar con personajes de la talla de Edipo
y del Rey Lear.
La importancia del tema en Shakespeare está en que el genio toma la historia de un hecho y
descubre el verdadero misterio que otros no pudieron descubrir. Por eso el tema en su teatro
tiene proyecciones fabulosas e inagotables, y únicamente por él su teatro está por encima de
todos los misterios. Los que bastardean su función, convierten ese sagrado misterio, la
mayoría de las veces, en un secreto vulgar. De lo que no se puede saber, a lo que no se sabe,
pero que siempre termina por saberse si se quiere dejar satisfecho al buen público cómodo y
regalón.
Como corolario de lo dicho, o como complemento, se debe fijar el lugar que en la historia del
tema ocupan los personajes dramáticos. En una disección a fondo no se sabría precisar quién
contiene a quién: si el personaje al tema o el tema al personaje, ni podríamos averiguar quién
fue el primero en el misterio de la creación. Pero como no queremos aparecer tan sutiles que
parezcamos tontos, trayendo al recuerdo huevos y gallinas, dejaremos tan importante
cuestión en los nombres de Edipo, Hamlet, Don Juan, Fausto, Segismundo, Parsifal y Tristán,
algunas de las tantas almas solitarias de todos los tiempos.
Misterio inmenso es el del teatro, que cuando se deja un personaje de categoría, en seguida se
convierte en cosmos, y los hombres lo buscan como superpersonaje, y llegan a decir lo que
Zaratustra: "La meta no es la humanidad sino el superhombre", no piensan que cada hombre
es toda una humanidad.