Teatro y cine El cinematógrafo y su sentido
EL CONCEPTO DEL HECHO ARTISTICO SE AMPLIA
La conquista capital para los científicos es la de sostener que su capacidad de investigación
basada en las ciencias ha hecho posible la invención de un nuevo arte: el cinematógrafo. Su
nombre dice que "escribir el movimiento" es un serio aporte a la cultura del hombre, como el
"escribir el pensamiento" lo fue en su primera afirmación de dar un primer plano a la
inteligencia. Y así como al "escribir el pensamiento" literatura se fueron progresivamente
constituyendo los problemas de forma y fondo técnica y espíritu hasta constituir la
conquista más grande del hombre, el "escribir el movimiento" nos trae también, paralelamente
y con una rapidez sorprendente, el continuo deseo de perfección técnica, por un lado, y, por
otro, el lento desarrollo, pero desarrollo al fin, de la concepción artística del cinematógrafo.
La evolución de la técnica siempre señaló un afán de perfección al servicio de la mejor unidad
del movimiento y claridad de las imágenes. Ya en 1889, Reynaud, en su Teatro óptico, hablaba
de producir "verdaderas escenas animadas", es decir, que pretendía conseguir la reproducción
perfecta de un hecho; las conquistas continuas de la mayor sensibilidad de las emulsiones
hasta convertirlas en "extrarrápidas", "pancromáticas", junto con los adelantos de la óptica en
la fabricación de objetivos de gran luminosidad, habla elocuentemente de la preocupación por
conseguir los más finos matices de la realidad; la preocupación por captar el sonido y dar a la
voz, a los ruidos y a la palabra la máxima perfección ha sido, tal vez, la más radical de las altas
preocupaciones de la ciencia por dar una categoría definitiva al cinematógrafo, y esta última
conquista, unida a los avances cada día más felices de la reproducción en colores que nuestro
ser sensible recoge del mundo de la realidad, nos concreta esa maravillosa gramática científica
que los investigadores más diversos han ido elaborando para que al "escribir el movimiento"
se llegaran a expresar sus cambios más variados y las más sutiles vibraciones del espíritu, de
sus intérpretes y de la materia misma.
Una vez comprendido el valor del descubrimiento y la función que ha desempeñado la ciencia
en la creación de una alta técnica sensible, queda el hombre, para que en un aporte integral de
sus facultades artísticas le dé al cinematógrafo su profundidad, su emoción y, sobre todo, un
sentido que lo determine como arte capaz de provocar las más variadas sensaciones de orden
estético y cultural.